Todos hemos conocido a una de estas chicas. Que con el tiempo y sin la correspondiente terapia probablemente terminen siendo mujeres locas de amor.
A mi primer loquita linda la conocí en el secundario y era, sencillamente, encantadora. Se había enamorado perdidamente del chico popular de la escuela, que era aproximadamente 2 años mayor que yo, y uno que ella. Y aunque solía negarlo, todas sabíamos que en las hojas de su carpeta, entre hora y hora, llenaba los renglones con su nombre.
¿Cuál era el problema? Que para su total sorpresa e indignación, a pesar de lo muy linda que ella fuese, él no le daba ni cinco de pelota.
Y esa loquita linda, paso a ser una loquita media loca. Lo esperaba en la esquina del colegio, a la salida de educación física, averiguaba a donde iba a ir a bailar para ir ella también y obligaba a todas sus amigas a seguirla. Le saboteaba las citas, las salidas con otras chicas y odiaba con pasión a Carla, la mejor amiga de su autoproclamado amor de la vida. Porque tenía todo lo que ella consideraba, que por derecho divino, merecía tener. A él.
Se paso el último año de la secundaria volviéndolos literalmente locos, siguiéndolos por los pasillos para ver que hacían, entrando al baño atrás de ella para mirar lo que se ponía, imitando sus cortes de pelo, sus gestos, todo. Pero Martín jamás la miró, y ella desperdició su viaje de egresados revisándole a él, el Fotolog. Si, todo muy 2006.
Se recibió Martín, se recibió Loquita y al tiempo me recibí yo. Fotolog pasó a ser Facebook, y ambos me agregaron como amiga. Martín y Carla siguen siendo mejores amigos, y Loquita sigue dándole "Me Gusta" a todas las fotos de él, menos a las que está con Carlita.
¿Será casualidad?
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