- El 15 es mi cumpleaños-
- Si, Chus, ya lo sé-
- ¿Vas a escribir de mí?
- No ¿Por qué iría a hacerlo? Aparte seguro te enojarías-
- Yo me banco lo que venga bueno o malo- Me dijo, y con esa frase me compró.
Flor es una de esas chicas que aun padecen la maldición flogger. A los 15 años se eligió un sobrenombre para firmar el Fotolog de turno y aun hoy, diez años después, no puede sacarse esa sombra de encima. Flor es Flochus o Chus en su defecto. Y por mucho que le pese, ese apodo la sigue a donde quiera que vaya.
Chus ya es licenciada, trabaja de lo que todos sabemos es su vocación, y tiene muchos proyectos propios. Pero siempre va a tener ese aire aniñado, medio inocentón, medio exasperante, que tanto la identifica en el imaginario mental del grupo. Podríamos atribuírselo a la maldición antes mentada, pero también se lo gana a pulso. Ella es la amiga de las preguntas ingenuas, que a todos nos desconciertan, porque en estos tiempos esa cualidad brilla por su ausencia.
Antes eso me sacaba de quicio, una vez en una vacaciones le recriminé que no sabía usar una escoba o despegar unos ñoquis de una olla -algo así era- y se armó. Fue por esa época que aprendí que con las mujeres no se gana discutiendo, cosa que me sorprende que los hombre todavía no se aviven.
Con los años eso que a veces podía molestarme pasó a ser el atributo que más disfruto de su amistad. Flor nunca ve maldad en el comportamiento ajeno, incluso cuando soy terriblemente ácida me mira de reojo para corroborar que sea así y no ella una mal pensada. Eso me encanta. Porque me alucina que siga siendo igual de luminosa que cuando teníamos quince años.
Además es la madrina de Cata, y en un acto de increíble madurez, no me molesta. Porque perdí ese privilegio con la única de mis amigas que hasta yo considero se lo merecía. Flor ama a los niños, a mi me dan alergia, solo quiero a Cata y porque es ella. Aun así le digo pequeño bodoque. ¿Me imaginan cumpliendo alguna de esas tareas de madrinas como animar un cumpleaños lleno de pulgas correteando? Lo hubiese hecho, pero lo hubiese padecido. A Chus en cambio le encantaría, porque es dulce, madraza y paciente. Atributos que me faltan.
Ella empezó siendo una de esas amigas medias forzadas, que la vida te pone en el medio y que aceptas. Un día miré para el asiento de al lado y con 14 años estaba yendo a bailar con ella porque era a la única a la que le daban permiso. Once años después, a donde sea que vaya, si ella no está me falta algo.
Feliz cumple amiga de mi alma.
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