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lunes, 30 de noviembre de 2015

Reincindencia

Y por qué las secuelas nunca son buenas




-Las segundas partes nunca son buenas- le dije una vez a una amiga. 

Debería haber agregado que los finales felices sólo los encontramos en los epílogos. Y después debería haberme mandado a imprimir el consejo y empapelado mi habitación. Que te rompan el corazón es una mierda, que te lo rompa dos veces la misma persona es nuestra culpa.

Si me faltaba algún capítulo cuando empecé a escribir el Manual de Supervivencia a una Separación era el de la reincidencia. Como diría mi padre por lo bajo más de una vez: “Dejar de fumar es fácil, mirá sino todas las veces que dejó tu mamá”. Bueno acá se aplica lo mismo, separarse es fácil, gente. Lo difícil es mantenerlo.

Los primeros meses me resultaron demasiado sencillos, a pesar de la tristeza había un mundo nuevo de posibilidades, mucho trabajo, era verano y había amigos. Mi vida paso a ser una reallity de mi propia existencia y me abrí un blog. El 2015 fue mi año personal. En sólo dos meses me recibí de técnica, empecé la licenciatura, cambié de trabajo y me mudé a capital. Tantos fuegos artificiales me distrajeron de la parte esencial de cualquier separación, el duelo.

Y ocho meses después me encontré recayendo. Las segundas partes no son buenas, queridos, y eso no es un mito.

Lo gracioso es que le había prometido no volver a escribir de él, pero los acontecimientos de las últimas 48 hs. Me hicieron dejar de lado las pocas lealtades que me guardaba. Si hay algo peor que volver a sufrir es saber que uno decidió volver a exponerse a eso...

No hubo cerveza que apaleara la tristeza, no hubo falta de sueño que disminuyera el vacío, y claramente no hay palabras que arreglen un corazón roto. Tal vez algunas abrazos, el saberse querida, el saberse acompañada, lo hagan un poco más sencillo.

Esperé meses el poder darles un final feliz, e incluso ya sabía como se iba a llamar la nota en caso de que las cosas salieran bien. Pero no es casual que también tuviese este título anotado. Todos vimos Scream, y todos sabemos qué pasa cuando uno lleva su amor por las secuelas, demasiado lejos.

La segunda partes no funcionan. ¿Por qué? Porque el 99% de los casos son una mala copia de la primera. Y ni ustedes, ni yo, lamento decirles, somos la excepción.


Al final sólo nos queda eso que decía Sabina que lo más triste del amor es cuando se termina, cuando al punto final no siguen los puntos suspensivos...


1 comentario:

Haceme feliz!