Me crío una mujer fuerte, hermosa, que se puso la casa al hombro
cuando yo tenía sólo 7 años después de un divorcio. Dos abuelas que
me convencieron que había que ser hermosa por dentro antes que nada;
que lo demás venía sólo. Y tías de sangre y del corazón que me
quisieron y quieren como una hija.
Se cruzaron profesoras que cambiaron mi concepción del mundo, primas que
son hermanas y amigas que me tendieron una mano siempre que las
necesité.
Tuve y tengo una vida rodeada de mujeres increíbles que me han hecho enorgullecer de serlo día a día.
Pero así y todo, a veces una se olvida de lo que vale, porque todos
pecamos un poco de bajo autoestima de vez en cuando. Todas alguna vez
cerramos la boca cuando alguien nos dijo algo feo en la calle por miedo;
o dejamos que alguien pusiera en duda nuestras habilidades de manejo; o
dejamos que un novio/amigo/conocido/hijo del vecino nos insulte.
A todas alguna vez nos hicieron sentir sucias por como nos miraron, o
juzgada por como nos vestimos. Incluso me atrevo a decir que a todas
alguna vez nos dijeron "puta" ¿O no? Y cuando lo ponemos en esa
perspectiva es que nos damos cuenta que esta marcha no es para un
sector, no es para la que "se deja pegar"-como muy desafortunadamente
escuché decir- no es para la feminista y no es porque somos tus hermanas
o tu vieja.
Es porque todos somos Angeles, Melina, Katherina, Wanda, Daiana, Paola...
Y aunque al final nadie nos va a devolver a las que ya se llevaron,
ni va a borrar esta mancha tan triste es nuestra historia; creo que
unirnos como sociedad por algo así nos hace más grande, nos da
esperanza. Porque hoy después de mucho tiempo no hay bandera política
que valga, no somos K ni anti K, somos personas pidiendo que nos
cuidemos y respetemos más.
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