Tengo familia, amigos, y la vida que siempre quise a esta
edad. Después de claro, resignarme a que no iba a conquistar el mundo.
Pero así y todo, hay noches que extraño muchísimo sentir
algo. Lo más difícil de separarse de alguien, de que te rompan el corazón, de
dejar de amar; es precisamente eso. Que esa adrenalina que produce el
enamoramiento también la tenés que dejar ir, y no la podés depositar en otra lado.
Y yo, pobre infeliz, llevo desde entonces queriendo sentir algo. “¿Vos querés
estar de novia?” Me suelen preguntar. La respuesta es: No, ni loca. No quiero estar en
pareja, porque estar en pareja te consume un tiempo que en este momento no sé
si quiero ceder. Pero quiero sentir.
Quiero salir con alguien y que me genere algún tipo de
emoción. Quiero dejarle de contarle a mis amigas que tengo citas malas, donde
miro el reloj pensando en que entre en un vórtice temporal donde el tiempo no
pasa. Porque lo peor es que sé que el problema no son ellos, o al menos no
siempre.
El problema soy yo. Porque hace exactamente dos años que me
pelee y sin embargo, en ese tiempo solo una sola persona logro interesarme. Probablemente
porque me da bolilla de manera aleatoria, bipolar, e incongruente. Si, sé que
las tres palabras rondan en lo mismo, pero quería ser clara, ja.
Pero a la vez, también sé que es lo normal. Que lo normal es que uno ya no pierda la cabeza a los 26 como a los 20. Que lo normal es que uno no encuentre en todas las primeras citas una historia de película. Y porque lo normal es que ese tipo de amor intenso y lleno de adrenalina, no lo encontremos en cualquiera.
Es por esto que les digo, lo más difícil de dejar de estar
enamorado es recordar, los domingos nublados, que alguna vez vamos a poder
volver a sentirlo…
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