El otro día
me preguntaron por qué ya no escribía y no supe muy bien que contestar. Me
hubiese gustado decir que logré canalizar mi energía en otro proyecto
literario, pero no hubiese sido cierto. La realidad es que Perdiendo el
Glamour, empezó como un diario no íntimo, un lugarcito en el ciberespacio donde
podía plasmar lo difícil que me estaba resultando separarme, y pareciera que
una vez que logre superarlo, perdió un poco su sentido.
Como si no
pudiera plasmar nuevas palabras sin tener el corazón roto. Muchas tarde me pasé
absorta mirando una hoja vacía, escribiendo y borrando una y otra vez. Para
terminar en el mismo lugar donde había empezado.
Después de
pasar más de un año juntando los pedazos de mi corazón roto para poder
rearmarlo, tuve que empezar de nuevo, de cero. El 2017 fue un año intenso en
todos los aspectos de mi vida. Con momentos buenos y malos, que se trenzaron
formando un boceto agridulce de recuerdos.
Empecé a
vivir sola; encaré con una amiga, NÔTRE, un proyecto hermoso que me hace feliz; tuve un año laboral muy divertido y lleno de retos, familia, amigos, pero
también tuve que dejar ir a mi abuelo. Una de las personas más importantes de
mi vida, y junto con él pareciera haberse alejado de mi todo eso que me remitía
a mi infancia. Si, tengo 27 años… En algún momento iba a pasar. Pero igualmente
es un proceso lleno de sentimientos que se entrecruzan sin sentido ni
coherencia.
El balance
igualmente es positivo.
Fue un año
de crecimiento, de enfrentarme a muchísimos fantasmas que convivían y conviven
conmigo. De conocerme, de aprender a llevar la soledad, de elegirla. De elegir
estar bien.
Me encontré
con un hecho que no esperaba. Cuando se arregla un corazón, la batalla que nos
queda es mucho más difícil aún, porque es el momento de recapitular y aprender, de lidiar con uno mismo.
Yo me encontré con toda mi ansiedad en su máxima potencia, con mandatos
impuestos socialmente que me llevaban a sentirme vacía por estar sin pareja,
con presiones externas de tener una vida amorosa activa, con el descubrimiento
de que a la mayoría de las mujeres aún nos falta un largo recorrido para
aceptarnos sin estar condicionadas por un hombre.
Me encontré
justificando ante terceros mi necesidad de conocerme. Y con idas y vueltas, caídas,
golpes, acomodé un poco mi cabeza. Sé igualmente que el 2018 va a ser aún más
intenso. Y está bien, es lo que nos mantiene vivos.
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