Manual para Sobrevivir a una Separación III
Es completamente normal, me han dicho, que después de una separación uno inmediatamente pase a satanizar al ex. Hombres, mujeres, extraterrestres, todos coincidimos en que durante los primeros dos meses de cortar con tu pareja, este pasa a ser un especie de demonio sin alma, comparable con Hitler o los cazadores de brujas de la Inquisición.
Lo odias a él, a su nombre, a su color de pelo, a las marcas de ropa que solía usar y a la raza de perro que tenía. Porque te rompió el corazón y por asociación todo lo que tiene que ver con él merece ser erradicado del planeta Tierra.
Te molesta que la gente lo nombre, o que te cuenten que está mal. Porque vos sos la que está mal! Vos sos la que llora por la noche abrazando al peluche que te regalo -si, vos y tu relación son un cliché- y la que en este último tiempo pasó a ser una versión humanizada de un panda con ojeras.
También te molesta que te mande mensajes "porque no te deja en paz y busca hacerte sufrir", pero aun más te molesta que no lo haga porque implica, en tu mente, que ya te olvido y está haciendo la gran Brad Pitt: Casarse con otra y adoptar a sus chicos.
Pero tranquila, porque se te va a pasar. Un poco, tampoco la pavada. Si haces un poco de introspección te vas a dar cuenta que él no fue el único culpable de que no funcionara, y después de mucho meditar vas a lograr sacar algo en limpio de toda esa ruptura. Es ahí cuando tenes que dejar ir la bronca.
Porque el último en perdonar, es el último en olvidar. Y a nadie le gusta quedarse sólo jugando al juego de la silla.
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