- ¿Sí? ¿Por qué?- Le pregunté mientras tomaba del vaso de cerveza que me acababan de entregar.
- ¿Viste que te conté que estaba saliendo con Joaquín?- yo asentí y le hice un gesto con la mano para que prosiguiera- Bueno, es raro, es algo como...-
- ¿Celoso, psicopata, femicida, misógino, machista?-
- No, es raro. Me llama por teléfono para desearme buenas noches, sacó una canción con la guitarra para cantarmela, y me quiere presentar a los viejos!
- ¿Viste que te conté que estaba saliendo con Joaquín?- yo asentí y le hice un gesto con la mano para que prosiguiera- Bueno, es raro, es algo como...-
- ¿Celoso, psicopata, femicida, misógino, machista?-
- No, es raro. Me llama por teléfono para desearme buenas noches, sacó una canción con la guitarra para cantarmela, y me quiere presentar a los viejos!
Me reí con ganas, con una de esas carcajadas sonoras y guturales que hacen que toda la gente cerca nuestro se voltee a mirarnos. Y no pude parar. Mía me miraba del otro lado de la mesa con una ceja levantada, medio esperando que me tranquilice, medio intentando contener la risa.
- Corazón, eso se llama romanticismo- logré decir cuando me calmé un poco.
Mía me observó sorprendida y pestañeo un par de veces. "Nunca lo pensé así" me contestó mientras miraba para abajo. Y sé que no me mentía, porque este tipo de gestos ya no son moneda corriente en nuestra generación.
Mía me observó sorprendida y pestañeo un par de veces. "Nunca lo pensé así" me contestó mientras miraba para abajo. Y sé que no me mentía, porque este tipo de gestos ya no son moneda corriente en nuestra generación.
¿Acaso nos volvimos tan cínicas que no podemos ver el romance ni siquiera cuando lo tenemos en nuestras caras?
Mía estaba horrorizada por un comportamiento que si hubiese visto en una película le hubiese conmovido. Por otro lado, Tatiana hace unos días me contaba sorprendida que había salido cuatro veces con un chico, él la había invitado a la casa, le había cocinado y así y todo no había intentado si quiera avanzar. Su teoría era que, claramente, debía ser gay, quererla como amiga o impotente.
Le aconsejé a Mía que se dejará de joder y disfrutara. Que a veces está bueno dejarse mimar. Que el feminismo porque sí, no tiene sentido. El que te consientan, no te hace menos profesional en tu laburo, ni menos segura de vos misma, ni le quita valor a tu título. Y aunque no lo admitamos a todas nos gusta desayunar con diamantes de vez en cuando. ¿O no?
Besos.
Besos.
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