lunes, 22 de junio de 2015

Yo quiero ser una Drama Queen

Hay diálogos que he repetido a lo largo de mi vida una y otra vez, el año cambia, el interlocutor cambia, pero la conversación siempre es la misma. Frases como: "Voy a morir congelada", "Me enamoré, chicas, les juro que me enamoré" o "Si no como algo pronto voy a morderme el brazo". Son parte de un repertorio hartamente conocido por mi entorno. A tal punto que la respuesta siempre es la misma: "Estas exagerando B."

Y esta bien que le quiten plomo al asunto, porque yo exagero. A "E" le llevó un par de días darse cuenta que no importa lo muy melodramáticamente que me tire en su cama al grito de "Voy a morir", nunca muero. Y ahora que ya descubrió mis técnicas debo apelar a otros recursos para causar el mismo efecto.

Porque las Drama Queen, somos así -los Drama King también, quedénse tranquilos que conozco un par- Nos gusta ultra dimensionar los sentimientos para sentirnos vivos. Nos gustan las emociones fuertes, buenas o malas, pero que se sientan. Cuanto más te ponen la piel de gallina o te sacan el aliento mejor. Pasamos de los sentimientos tibios como si no los viéramos si quiera.

Amamos u odiamos las cosas, las personas, las situaciones o a las comidas. Y encontrar los grises en nuestra ecuación siempre nos cuesta el doble que al resto, porque sólo manejamos extremos. Si alguien nos contesta mal, pasa a encabezar nuestra top ten de archienemigos por lo que resta del día, y nos parece re coherente. Sí, somos algo básicos en nuestros sentimientos, debo admitir.

Para que nos guste alguien, nos tiene que gustar MUCHO, sino lo descartamos en seguida, porque lo que no se siente no se inventa y nos aburrimos rápido cuando algo no nos mueve el piso. Por esto mismo es que lamentablemente caemos en relaciones tormentosas al mejor estilo "película independiente de bajo presupuesto de I-sat" donde todo es complicado, hay gatos negros, peleas de gallo, un ex convicto y vivimos en la Matrix. Y nos encanta.

Pero todo eso no sería tan terrible sino fuera porque actuamos y vivimos para nuestro público. Un Drama Queen llega a un bar para encontrarse con un amigo y se desparrama en la silla al grito de "Me rompió el corazón", lo cual no es verdad, nunca es verdad. Y lo sabemos, como también lo saben los que nos conocen, pero el resto del establecimiento no. Así que actuamos para la audiencia que levanta la oreja e intenta escuchar, porque no podemos con nuestro genio. 

Hablamos alto, reímos alto y le contamos nuestra versión exagerada de los hechos a quien la quiera escuchar o leer. Todos los Drama Queen que conozco son grandes compositores, escritores o artistas -yo intento aprender a serlo- Porque sienten mucho y expresan aún más. Y a mí me gusta ser así, por mucho que le pese al resto.

Mi consejo es que si sos tibio, te gustan las relaciones tranquilas, las historias normales  y las salidas sin risas escandalosas que terminan bailando bajo la lluvia. Alejate de un Drama Queen, porque es un camino de ida. Una vez que descubris lo bueno que está sentir, no volvés más atrás, y nunca nadie te quita lo vivido.

lunes, 15 de junio de 2015

Y (no) se hizo la luz

Vivir sola me pone a prueba constante, no sólo para que resuelva situaciones y madure, sino para comprobar que pueda vivir con "E" sin matarnos en el intento. Ahora no tenemos luz. Y antes de que tiren el chiste fácil, nadie tiene luz en todo el edificio y sí pagamos el servicio. A las diez a.m. ya habían quemado ese chiste en mi trabajo, porque así somos de creativos en las editoriales. Tan creativos como los que me preguntan una vez al día si me hice lesbiana, si creemos que la gata es nuestra hija o si estamos teniendo un trío con alguno más.

Hablando de gatas, ahora también resulta que superó su miedo a las alturas y le gusta tomar carrera para saltar y treparse de la reja del balcón. Lo cual sería re diver si no fuera porque vivo en un piso ocho, y porque ya le expliqué que no importa la cantidad de veces que haya visto Titanic: SI ELLA SALTA, YO NO SALTO! 


Y por si fuera poco, resulta que tenemos un espíritu chocarrero que nos abre la puerta de entrada de par en par, se los juro. O somos muy distraídas y cerramos mal la puerta. Cada uno que crea lo que más le guste.

Lo bueno es que somos tan organizadas que tenemos el freezer lleno siempre. Sí, el mismo que se está descongelando minuto a minuto, porque como mencioné anteriormente no tengo luz...

Pero dejando lo Drama Queen que suele caracterizarme, hay algo positivo en esta historia, y es que lo genial de vivir con alguien es que cuando yo ya me estaba dando la cabeza contra la reja esperando que alguno de los golpes me produjera amnesia, a E se le ocurrió la genial idea de irnos a desayunar al McCafe. Punto a su favor. Y después como si fuera poco pasé por Gina Principessa, mi antiguo trabajo, donde una linda a la que quiero mucho, me arregló las manitos. 

En resumen: que se pierdan todos los congelados, menos el glamour. Ponele.


miércoles, 10 de junio de 2015

Me están robando la inspiración

- Houston tenemos un problema -
- No soy Houston y tenés unos cuantos problemas, B ¿Qué te pasa ahora? -
- Me están robando la inspiración -
 


No le mentí cuando le dije eso. Porque como ya dije anteriormente intento no mentir, dicen que es feo y envenena el alma. Pero me está pasando algo peculiar, en los últimos días más gente se ofendió conmigo que en toda mi vida. Y aunque rompí un récord, lo cual siempre es bueno, me preocupa un poco.

Se suponía que escribir tenía que ser divertido, se suponía que tenía que sacar un par de sonrisas y ser terapéutico. La gracia era que tenía que ayudarme a estar mejor conmigo misma, y que me iba a permitir disfrutar un aspecto de mí que nunca me animé a mostrar. Nada más.

Agradezco a esa gente bella que me lee y lo disfruta. Me sorprendí y alegré infinitamente con esas personas que hace años no veía, o incluso no conozco, que se tomaron el trabajo de escribirme para felicitarme. Por muy cliché que suene, hacen que valga la pena. 

Pero también me sorprendí con gente que se ofendió por esto. Y eso sí que no lo entiendo. Es un blog. Y como diría Fariña: esto es ficción, nada es tan blanco ni tan negro como lo describo y en lineas generales soy ridículamente subjetiva. Es más, los que me conocen un poquito saben que soy una Drama Queen, con corona y capa incluida. No es para tomar tan en serio...

Y ahí es a donde quería llegar, les pido encarecidamente: No me hagan ir a perder el glamour en hojas que terminan en un cajón como a los quince años, por favor.

lunes, 8 de junio de 2015

Lobito es un Perro Callejero


Lobito es un perro callejero. Pero es callejero por elección. Hace años que buscamos que se adapte a nuestra casa, pero no puede con su genio. Porque no importa lo mucho que lo intentemos, no es mío, ni de mi mamá, ni de mi hermano, ni de la vecina de en frente. Lobito es de él y de nadie más. Es un perro de la vieja escuela, reo, independiente y fanfarrón. 

Dormía en una casa cruzando la calle, pero hace unos cinco años decidió que quería venir a visitarnos. Es mal arriado, y no es en absoluto lindo. Pero es endemoniadamente inteligente y se compró a todos. Incluso a mis gatos, incluso a mi gata, que se lleva mal con todo ser vivo que no sea humano.

Hoy en día Lobito es parte de la casa, pero no es nuestro. Él tiene sus horarios, sus costumbres y sus amigos humanos a los que debe ir a visitar, porque siempre alguno piensa en él y le separa un hueso. Todas las noches hace su recorrida habitual, sabe que después de cenar tiene que ir ladrando por el barrio y le sacan su comida. Tipo una de la mañana vuelve, y ladra en la puerta hasta que alguno de nosotros se digna a salir de la cama y abrirle. 

Lo mismo hace con la lluvia; uno siempre sabe que va a llover, porque cinco minutos antes Lobito ladra desde el otro lado de la reja. Si está el auto, deduce que hay alguien y espera abajo de la lluvia hasta que alguien lo escuche.

La tiene muy clara, en muchas cosas. Hace unos años evito que me robaran en la puerta de mi casa, un chico venía acorralándome con una moto. Lo vi, lo llamé, y se puso entre medio. No hubo manera de que dejara de mostrar los dientes hasta que los dos estuvimos a salvo adentro.

A Lobito también le dicen Juancito, durante años respondió a ambos nombres por igual. Ahora ya no importa, se fue quedando sordo. Pero el guacho lo disimuló muy bien, a lo Beethoven, por mucho tiempo. Tampoco ve prácticamente, producto de las cataratas y de ser casi un anciano. Pero conoce cada recoveco del barrio y a cada vecino. Además tiene su propia técnica para disimularlo, finge saber quien sos mientras se acerca a olerte. Se ve que no acepta bien la vejez.

Lobito era el lobo alfa del barrio, ahora acepta con desgano que ya no puede ocupar ese lugar. Rezonga a menudo, yo creo que piensa que nadie puede llenar sus zapatos. Estoy de acuerdo. Cada vez mira la vida un poco más detrás de las rejas, porque se cansa mucho y sabe que es peligroso. Ya no sale casi de noche, y esquiva la lluvia lo máximo que puede.

Ayer salió a pasear un rato, y uno de esos perros nuevos que no saben de códigos ni escucharon hablar de las hazañas de Lobi, lo atacó. Resultó que el perro en cuestión era un rottweiler, que le dio una paliza y que el dueño no se hizo cargo. En ningún aspecto. No se acercó a ver como estaba, no ofreció llevarlo al veterinario, ni pagar el tratamiento. Mucho menos vino a preguntar por él. En tres lugares distintos hubo que coserlo. 

Pero quedense tranquilos, al final Lobi volvió caminando a casa, como siempre, demostrando que los años le pesan pero no lo tiran. 

viernes, 5 de junio de 2015

Amar a un Escorpión


- No podés enojarte con un escorpión porque te pique, está programado genéticamente para hacerlo- le dije a una amiga el otro día.

- B, no es así el refrán-
- Es lo mismo, un burro, un escorpión, un tiranosaurio, con ninguno podés enojarte.

Se río, un poco indignada porque me refiriera de esa manera del chico con el que estaba saliendo hasta ese momento; pero yo tenía un argumento más que valido. No podemos enojarnos con la gente porque hacen, exactamente, lo que esperábamos que hicieran.
Las personas somos un cúmulo de patrones y maneras de reaccionar, que se repiten una y otra vez a lo largo del tiempo. Algunos logran cambiar, pero son los menos. Yo soy terca, Penita es autodestructiva, Loquita de Amor es una enamoradiza y Escorpión es un forro, básicamente. 

Y como Escorpión, conocí unos cuantos. Hombres y mujeres, no es una cuestión de genero en absoluto. Son esas personas que se cruzan en tu vida, y no hacen más que complicartela. 

Pero alegría chicos, después de mucho estudiar a unos cuantos de estos especímenes que he tenido la desgracia de conocer en estos años, puedo darles una serie de características para hacer más fácil su reconocimiento:

Miente, mucho, y por todo. Te dice que se fue a dormir y salió a bailar. Que está en la facultad y está tomando una birra con los amigos. Que te ama y se acuesta con tu mejor amiga. Que adora a tu perro, y lo empuja del sillón cuando no lo ves.

Ataca, el escorpión se siente acorralado y como su equivalente en el mundo animal, ataca. Pincha, te rasguña, grita, y corre. Porque dicen que no hay mejor defensa que un buen ataque, y ellos saben que no pueden darse el gusto de perder.

Suplica, y vuelve a mentir, de paso sea dicho. Ellos siempre aprendieron la lección, siempre se dieron cuenta de lo mal que estuvieron y quieren vivir el resto de sus vida para redimirse. No importa si te engañaron, si hicieron empanadas con la carne de tu caniche o si dejó embarazada a otra; juran que van a encontrar la manera de recompensarte.

Desestima, para un escorpión tu enojo siempre es desmedido. Frases como: "Ya te pedí perdón", "¿Tanto tiempo vas a estar enojada?" y "Te dije que no lo hago más" son sus muletillas. No importa lo que hagan, tu enojo siempre tiene que durar un máximo de 24 hs. sino vos sos el resentido.

Y por último SIEMPRE reincide, no importa cuantas veces lo perdones, no importa cuanto lo intente, siempre vuelve a meter la pata. Esperan a que uno se confíe y cuando menos te lo esperas, te vuelve a romper el corazón. Porque el escorpión juega con la adrenalina constante de saber que te puede perder, y tanto lo disfruta, que su propio inconsciente lo traiciona.

No soy muy viva en cuestiones amorosas, aprendo del ensayo y error, y no siempre. Mi corazón fue mutilado unas cuantas veces, y seguramente me queden unas cuantas más por delante. Pero si algo aprendí, es que cuando veo asomar un aguijón lo mejor es cerrar la puerta y dejar que se pique solo. 

miércoles, 3 de junio de 2015

#NiUnaMenos


Me criaron con la idea de que podía tener y hacer todo lo que me propusiera. Que valía mucho, que me querían muchos. Me dieron alas para poder volar un rato cuando me aburriera de caminar y me dejaron bien en claro que tenía derecho a ser quien yo quisiese. No porque fuera mujer, si no porque era una persona.


Me crío una mujer fuerte, hermosa, que se puso la casa al hombro cuando yo tenía sólo 7 años después de un divorcio. Dos abuelas que me convencieron que había que ser hermosa por dentro antes que nada; que lo demás venía sólo. Y tías de sangre y del corazón que me quisieron y quieren como una hija.

Se cruzaron profesoras que cambiaron mi concepción del mundo, primas que son hermanas y amigas que me tendieron una mano siempre que las necesité.

Tuve y tengo una vida rodeada de mujeres increíbles que me han hecho enorgullecer de serlo día a día.

Pero así y todo, a veces una se olvida de lo que vale, porque todos pecamos un poco de bajo autoestima de vez en cuando. Todas alguna vez cerramos la boca cuando alguien nos dijo algo feo en la calle por miedo; o dejamos que alguien pusiera en duda nuestras habilidades de manejo; o dejamos que un novio/amigo/conocido/hijo del vecino nos insulte.

A todas alguna vez nos hicieron sentir sucias por como nos miraron, o juzgada por como nos vestimos. Incluso me atrevo a decir que a todas alguna vez nos dijeron "puta" ¿O no? Y cuando lo ponemos en esa perspectiva es que nos damos cuenta que esta marcha no es para un sector, no es para la que "se deja pegar"-como muy desafortunadamente escuché decir- no es para la feminista y no es porque somos tus hermanas o tu vieja. 

Es porque todos somos Angeles, Melina, Katherina, Wanda, Daiana, Paola...

Y aunque al final nadie nos va a devolver a las que ya se llevaron, ni va a borrar esta mancha tan triste es nuestra historia; creo que unirnos como sociedad por algo así nos hace más grande, nos da esperanza. Porque hoy después de mucho tiempo no hay bandera política que valga, no somos K ni anti K, somos personas pidiendo que nos cuidemos y respetemos más. 

lunes, 1 de junio de 2015

Volar del Nido


Me mudé. Corrección: me mudé con una amiga y su gato. Corrección: me mudé con una amiga y su gata. Y de repente todo cobro sentido... Miren que yo soy una fanática del feminismo y de la autosuficiencia, al punto de vivir discutiendo por derechos que no uso, pero que me encanta que tengamos. Como el de ponernos y hacer lo que se nos canta.

Pero estos días descubrí porque usualmente una se va a vivir con un hombre, no está relacionado con el amor ni con ser una pareja; sino con el hecho de que dos mujeres en una misma casa son un desastre en potencia. Resulta que ir al supermercado paso a ser un riesgo constante porque a todo lo que yo digo "Quiero", ella contesta "Llevemos dos". A lo que yo propongo  "¿Podríamos llevar cubitos de colores?", ella responde "Dale, pero llevemos la espatula de silicona haciendo juego".

Y así no hay billetera que aguante. Porque se supone que una de las dos partes que conviven debe tener algo de criterio, y en nuestro caso eso parece estar fallando.

Además sumale la resolución de conflictos, 50 minutos en lograr poner el barral de la ducha estuvimos el otro día. A tal punto llegó nuestra frustración, que obligamos al electricista a dejar de hacer lo que estaba haciendo y ayudarnos. Porque a pesar de que no teníamos luz en la mitad del departamento, a nosotras nos preocupaba más no mojar el piso cuando nos bañáramos. Prioridades de las mujeres, vieron. 

De ese mismo estilo de prioridades hablamos cuando fuimos corriendo a comprar mantas para un sillón que todavía no llegó, o de que nos hayan traído el lavavajillas antes que la heladera. O de que hayamos empezado a poner el enrejado para que la gata no se tire por el balcón y lo hayamos dejado a la mitad para ir a comprar cosas de decoración. 

Pero bueno, el final feliz es que el electricista no pudo poner el barral; mientras que nosotras sí. Que el departamento está quedando divino. Y que la gata le tiene miedo a las alturas así que se mantiene lejos del balcón.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...