lunes, 30 de marzo de 2015

Causas Perdidas

A Andrea la conocí hará unos años, e inmediatamente me sentí identificada. Porque, básicamente, era como yo. Una amante de las causas perdidas.

Y eso, chicos, es toda una profesión. Porque toda situación que nos parece medianamente complicada, la transformamos en nuestra cruzada personal. Y eso es un trabajo de tiempo completo. Cuando era chica solía pasarme la vida buscando al chico dificil, que no me daba bola, porque prefería darle bola a su neurosis. E intentar redimirlo. La mayoría de las veces lo hice, las menos me arruine un poco más la psiquis.

Cuando crecí, me puse de novia, y creí que tenía la clave de todo. Ellos no eran la causa perdida, yo lo era, y me había encontrado. Que ingenua. Me llevo tres años darme cuenta que la causa perdida era la relación en sí. Y que si quería conservar la poca cordura que me quedaba, debía dejarme de joder con esa patología. Porque para mi TIENE que ser una patología.

Ahí entra Andrea. “Yo estoy bien” Eso le digo a mi familia y a mis amigos. Y si ellos se lo creen, yo también. Por eso, la gente suele pensar que algo aprendí de todo esto y reciben mis consejos como si yo supiera algo de relaciones. Es por eso que te digo, querida Andrea, te estas metiendo en una causa perdida. Y la figurita dificil, nunca es la que termina llenando el albúm. 

martes, 24 de marzo de 2015

Amor en los Tiempos del Desamor

El otro día twiteé “Nunca más quiero ser la que ame más”, y casi me lo creo. Es más, a veces me lo creo. Me creo que aprendí que amar desbordadamente te pone en riesgo constante, que sentir mucho te marea y que si le das todo a otra persona te puede hacer, básicamente, mierda. 

A veces me digo a mi misma: “Che, como maduraste, cuanto sacaste en limpio de todo esto” y me sonrío al espejo. Ingenua.

Después me doy cuenta que jamás me va a alcanzar una historia a medias, que sino me vuela la cabeza ni me gasto en intentarlo. Y me resigno a aceptar que sólo me gustan las historias que me queman los dedos. Lo que me espera, pobre de mi.

sábado, 14 de marzo de 2015

Las peluquerías

Manual de Supervivencia II

Llevo  dos meses y medio separada, y ya fui a la peluquería más veces que en los últimos 3 años. Porque ante una ruputura una pierde totalmente el sentido común respecto a todo lo que está en su cabeza, incluído su pelo.

¿Consecuencias? Cada vez estoy más rubia y no por eso más feliz. 

Es más, una de las veces que me metí, por propia voluntad, a una peliquería terminé taan rubia y tan espantosa, que dos horas después estaba retocandome el color en mi casa.

Así que si algo aprendí en este tiempo, es que el cambio debería surgir de adentro nuestro y no de una tintura o un corte de pelo del cual probablemente te arrepientas en 15 días.

Por eso te recomiendo, mi querida, antes de ir, pensalo bien. Pensá si realmente querés ese cambio o si sólo estas desesperada por dejar de ver en el espejo a esa persona que sufrió tanto. Que fue lo que me pasó a mí. 

Un corte de pelo no me hizo más feliz, ni me lo hizo más facil. Pero me conformo creyendo eso que dicen, que las rubias se divierten más.
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