martes, 28 de junio de 2016

Loquita de Amor - Toma II

El otro día estaba sentada en el subte esperando que arranque, cuando una chica se sentó al lado mío. La miré de reojo y la reconocí instantáneamente. Los años habían sido bastante magnánimos con ella. Tenía el cabello considerablemente más largo, ya no parecía una flogger y claramente se había dejado de quemar el pelo con decolorante.

Levantó la mirada y después de parpadear un par de veces me sonrió. “¿Cómo estás B?”. Hace más de seis años que no nos cruzábamos, pero ahí en frente mío estaba Loquita de Amor I. Le contesté que bien, que cómo andaba ella, qué era de su vida. Y pensé en que el Facebook traidor, con sus nuevos algoritmos y sistema de seguidores, hace rato no me ponía al tanto de sus cosas.


Está terminando su carrera, trabajando y viviendo en capital. Pensé que los años le habían venido bien y que quizás la había tratado injustamente en el blog. De vez en cuando, puedo ser media perra.

-¿Te seguís viendo con tus amigos del colegio? Tenías un lindo grupo…- me preguntó y esa fue mi primer señal.

-Mmm… con las chicas más que nada, con el resto sólo para ocasiones muy particulares ¿Vos?-

-No, no, casi no me veo con nadie- el silencio se apoderó de la charla, y yo supe lo que venía a continuación- ¿Te enteraste?- levanté una ceja en señal de desconocimiento; ella siguió hablando- Martín y Carla están saliendo juntos.

Y ese, chicos, era un giro que no me esperaba. Hace rato que no sabía nada de ellos, porque bueno, lo obvio, la vida nos lleva por distintos caminos y claramente los suyos no estaban destinados a cruzarse con el mío por el momento.

La miré unos segundos sin saber muy bien que decir. Ella movía las manos de manera impaciente en su regazo, y yo pensé en qué es muy difícil romper ciertos patrones que tenemos tan impregnados.

-¿En serio?-

-Si, hace unos meses, casi un año supongo-

-Bueno, siempre fueron muy cercanos, supongo… ¿Vos cómo lo estás llevando?-

-¿Yo? Bien, obviamente. ¿No creerás que sigo sintiendo algo por él, no?- me encogí de hombros en el asiento y esperé que la butaca me tragara. No pasó- ¡Al contrario! Me invitó a salir hace unos años, pero yo le dije que no.

Casi que le hubiese creído si su sonrisa no hubiese contrastado con su mirada. Casi.

-Estoy saliendo con alguien- me comentó al pasar, supongo que con el fin de desviar el tema de algo que parecía haberla puesto claramente incomoda.

-¿Si? ¿Cómo se llama?- le pregunté.

-Joaquín, es un divino, tengo una foto por acá- sacó su celular y me mostró la foto de un chico castaño, de pelo ondulado, ojos brillantes y sonrisa encantadora.

-Dejame adivinar… ¿Estudia periodismo?-

-¡Increíble! ¿Cómo sabes? En el secundario decían que eras media bruja-


Me hubiese gustado decirle que en este caso, nada tenía que ver con esos rumores del pasado. No era clarividencia, no era telepatía y claramente no era un sexto sentido. Es que el Joaquín que me miraba a través de la foto, era un calco, un poco más añejado, del Martín que había conocido unos años atrás. Y si mi memoria no me fallaba, hace unos cuatro inviernos que éste ostentaba su flamante título de periodista.

Le sonreí con algo de empatía. Era tan obvio que no lo había venido venir, Loquita de Amor seguía siendo la misma chica enamorada de su príncipe azul idealizado. Sólo que resignada a no ser correspondida, se había decantado por la versión más parecida de él que pudo encontrar. Podía imaginarla  aún mirando sus fotos de Facebook, aún frecuentando los bares a los que él iba, y aún copiando los cortes de pelo de Carla.

Supongo que si había empezado a dejarlo ir en algún momento, la confirmación de que esa pareja que ella siempre había temido era real, la habían vuelto a obsesionar. Tal vez nunca pudo entender porque no fue ella; y es que a veces el ego nos nubla tanto la vista que nos deja ciegos. Dudo que Loquita haya estado alguna vez enamorada de Martin realmente, pero si lo estuvo, creo que no le deseo esa clase de amor a nadie.

Dicen por ahí, que los primeros años de la adolescencia marcan de por vida nuestras relaciones futuras. Y puede que tengan razón… Si es verdad, Loquita de amor vivirá suspirando por alguien que no puede tener. Y yo viviré apostando por causas perdidas que se desintegran apenas las alcanzo.

Cada uno carga su propia cruz. Cada uno, lucha con sus propios fantasmas de las relaciones que no funcionaron. Y cada uno, a su manera, ha estado loco por amor…

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