domingo, 17 de diciembre de 2017

Balanceando el 2017

El otro día me preguntaron por qué ya no escribía y no supe muy bien que contestar. Me hubiese gustado decir que logré canalizar mi energía en otro proyecto literario, pero no hubiese sido cierto. La realidad es que Perdiendo el Glamour, empezó como un diario no íntimo, un lugarcito en el ciberespacio donde podía plasmar lo difícil que me estaba resultando separarme, y pareciera que una vez que logre superarlo, perdió un poco su sentido.


Como si no pudiera plasmar nuevas palabras sin tener el corazón roto. Muchas tarde me pasé absorta mirando una hoja vacía, escribiendo y borrando una y otra vez. Para terminar en el mismo lugar donde había empezado.


Después de pasar más de un año juntando los pedazos de mi corazón roto para poder rearmarlo, tuve que empezar de nuevo, de cero. El 2017 fue un año intenso en todos los aspectos de mi vida. Con momentos buenos y malos, que se trenzaron formando un boceto agridulce de recuerdos.

Empecé a vivir sola; encaré con una amiga, NÔTRE, un proyecto hermoso que me hace feliz; tuve un año laboral muy divertido y lleno de retos, familia, amigos, pero también tuve que dejar ir a mi abuelo. Una de las personas más importantes de mi vida, y junto con él pareciera haberse alejado de mi todo eso que me remitía a mi infancia. Si, tengo 27 años… En algún momento iba a pasar. Pero igualmente es un proceso lleno de sentimientos que se entrecruzan sin sentido ni coherencia.


El balance igualmente es positivo.

Fue un año de crecimiento, de enfrentarme a muchísimos fantasmas que convivían y conviven conmigo. De conocerme, de aprender a llevar la soledad, de elegirla. De elegir estar bien.

Me encontré con un hecho que no esperaba. Cuando se arregla un corazón, la batalla que nos queda es mucho más difícil aún, porque es el momento de recapitular y aprender, de lidiar con uno mismo. Yo me encontré con toda mi ansiedad en su máxima potencia, con mandatos impuestos socialmente que me llevaban a sentirme vacía por estar sin pareja, con presiones externas de tener una vida amorosa activa, con el descubrimiento de que a la mayoría de las mujeres aún nos falta un largo recorrido para aceptarnos sin estar condicionadas por un hombre.

Me encontré justificando ante terceros mi necesidad de conocerme. Y con idas y vueltas, caídas, golpes, acomodé un poco mi cabeza. Sé igualmente que el 2018 va a ser aún más intenso. Y está bien, es lo que nos mantiene vivos.

Lo único que me gustaría es poder darme una vuelta más seguido por acá. 



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